Hoy es un día de esos grises, de tormenta, donde llora el cielo y parece que yo quiero acompañarlo…”Es cuestión de meteorología, me digo, esas cosas siempre me afectan.”
Mientras mis hijos juegan abajo, yo me permito encontrar el momento para soltar mis ralladas mentales, que tan importantes son para la supervivencia humana y convertir a los lectores en mis terapeutas, haciéndolos partícipes de mis miedos y agobios.
Hoy habla esa Noema que no se ve y que sin embargo es la parte esencial de esa etiqueta facebookiana que dice: “Noema psicóloga perinatal e infantojuvenil”
Y me suelto…
Llevo mucho tiempo cuestionándome a mí misma, de hecho creo que llevo toda la vida, pero esta temporada es especialmente pesada:
“ ¿Tengo yo derecho yo a ejercer como psicóloga y hablar de temas determinados?. ¿Cómo se gana una persona ese derecho? Y sobre todo, ¿Cómo consigue una terapeuta sentirse cómoda con lo que dice, si por el simple hecho de que una es humana, tantas y tantas veces una no es precisamente el ejemplo de lo que predica?”
Estas preguntas me asaltan sobre todo en momentos concretos, por ejemplo, cuando salgo de una charla, cansada y mis hijos o mi pareja no están mucho mejor que yo, lo que implica que tarde o temprano me salga humo por las orejas y no pueda ser “todo lo psicóloga que debiese”
Para esta sensación existe un término psicológico (americano, como no; porque los americanos le ponen nombre a todo lo que siente un número determinado de personas que se puede considerar alto).El término es “el síndrome del impostor”, en este caso, de la impostora”
Tengo el síndrome de la impostora…
Si alguna vez te has realizado estas preguntas (yo me las he preguntado todas), padeces este síndrome: ¿Sientes que lo que has logrado ha sido cuestión de suerte?, ¿Tienes la sensación de que puedes ser un fraude porque hay muchas personas más cualificadas que tú para hacer tu trabajo?, ¿Crees que te falta preparación? Este síndrome, desde el diagnóstico americano, ocurre en personas también exitosas y aparentemente seguras de sí mismas, y es habitual en personas perfeccionistas, autocríticas y exigentes.
¿Y qué significa esto?
Yo, antes de conocer este término, que suena fatal, lo llamaba inseguridad, duda y comparativa constante.
En realidad, soy Noema-dudas. Cuando estoy de buen humor me lo tomo a cachondeo y lo achaco a que soy “libra” y busco un equilibrio en todo. Pero en días de tormenta mental, como los de hoy, ya no hay teoría astrológica que me justifique.
Superar mi síndrome con ayuda…
Cuando entro en bucle y empiezo a sentirme mal, saturando mi cerebro con preguntas que me llevan a cuestionarme todo sobre mi, a empequeñecerme y todo apunta a que voy a entrar en modo “comparativa” (“mira esa madre que relación más guapa tiene con sus hijos, ella si que sabe, no como yo”, “mira esa pareja que bien se lleva, no como nosotr@s que discutimos a menudo”, “mira ese experto que credibilidad tiene, no como yo…”)
Juanjo, mi pareja y últimamente terapeuta personal, se pone frente a mí con cara de entrenador deportivo, me señala, me mira a los ojos y me dice con las cejas arqueadas y esa voz de seguridad que yo envidio constantemente:
«¡No te escuches a ti misma en este momento, porque te estás boicoteando! ¡Piensa en cómo se sienten las personas que acuden a tu terapia!, ¡Piensa en lo mucho que te esfuerzas día a día por ayudar a cada una de esas personas!, ¡Piensa en cómo te centras en su problema y te vuelcas buscando recursos, información y soluciones factibles sin cesar!, ¡piensa en lo mucho que crees en lo que dices porque lo has vivido en tu piel, y en cómo te brillan los ojos cuando das una charla y ves que la gente se siente identificada, aliviada y entendida!.»
Y después se se inclina hacia atrás, se apoya sobre la encimera de la concina y me dice en tono comprensivo : ¡Levanta la cabeza, mírame y quédate con eso!
Mi batalla interior …
Así, un día como hoy, me prometo una batalla de cuatro puntos:
-Aprender a reconocer mi éxito diario, estoy aquí porque me lo he ganado
-Los fracasos son parte del camino, así sabré que he logrado lo que tengo a través del esfuerzo
-No dejaré que el miedo a lo que piensen los demás me paralice y haré lo que de verdad deseo
-Seré sincera conmigo misma sobre todo. Porque de eso se trata, de sacar el lado humano y normal, mostrar los dilemas e inseguridades como un@ más.
Mi mensaje para ti, como psicóloga…
Cada bloqueo, tropiezo, miedo y angustia que puedas tener, es muy probable que en alguna medida yo lo haya vivido o lo esté viviendo. Todo ello me impulsa buscar soluciones que conozco o me quedan por descubrir, a tu lado.
Porque al fin y al cabo, la virtud del psicólogo es ser una persona.